miércoles, 28 de octubre de 2009

La educación de un niño vago

Cuando tenía 11 años, le dije a mi mamá que quería aprender más y que para eso me mande a una maestra particular. La cara de mi vieja todavía la tengo grabada. Abrió los ojos grandes, levantó las cejas, y me dijo: Bueno, buscamos una.

No hacía falta buscar. Ya sabía a dónde quería ir y también porqué quería ir, dato que nunca le revelé a mi mamá. La cuestión era muy sencilla: mi compañero de banco, Pablo, resolvía los ejercicios de matemática mucho más rápido que yo. Cuando le tocaba hacer tareas de Lengua, también terminaba bastante antes. Que termine antes no me daba envidia. Lo que sí me daba envidia era que tenía más tiempo libre que yo. La clave era que todo lo que veíamos en el colegio, Pablo ya lo traía sabido, porque en vez de dormir hasta tarde, se levantaba temprano e iba a la casa de Marina, su profesora particular.

El mismo día que Pablo me contó su secreto, le propuse a mi mamá ir a la casa de una profesora. Así, fue que me di cuenta que cuanto más entrenado estás, más rápido hacés las cosas. Y cuánto más rápido hacés las cosas, más tiempo libre tenés y menos te toca trabajar.

Esa intuición que nació con apenas 11 años, la seguí practicando hasta bien entrada mi madurez. Nunca me gustó estudiar, pero lo hacía para poder estar más y más entrenado y que las cosas me cuesten menos.

De más grande, cuando empecé a trabajar, me di cuenta del segundo beneficio. Cuanto más educado sos, más te pagan y cuanto más dinero tenés, más tiempo podés conseguir. Así, cuando uno empieza a trabajar, la educación se transforma en el vehículo que genera otro vehículo que genera ocio. Educación genera dinero, y el dinero trae tiempo y ocio.

Sin embargo, para que ésta fórmula tenga éxito, uno tiene que entender que tanto el dinero como la educación no son el fin en si mismo, sino el vehículo que lo transporta a una vida más placentera. De lo contrario, se consume toda su vida en un éxtasis de acumulación monetaria e intelectual sin sentido alguno.

El del 0.33%


3 comentarios:

Luciano dijo...

Si, cierto, pero yo soy vago hasta pa eso.

The Typical dijo...

Pero... y si lo que te da placer en la vida es acumular mucho conocimiento o mucho dinero, y no tener más ocio?

El del 0.33% dijo...

En ese caso, no aplica el post, Typical. :-)