miércoles, 18 de noviembre de 2009

Recetas no médicas

A los chicos les pidieron en un curso de la carrera de gastrónomo, que inventen un postre nuevo para un público específico. La tercera edad, ese subconjunto de humanos etiquetados de manera tan cruel, serían los beneficiados de la creatividad juvenil.

Con toda la revolución hormonal que se tiene a esa edad, los autores del afamado postre ataron cabos. Viejos, sexo, imposibilidad, viagra, postre. Así lo crearon. Sin ningún tipo de reparo. Tomaron una maracuyá, hicieron una espumita y le agregaron viagra. ¡Sí, Señor!

Y no solo eso, sino que también lo presentaron en la Feria de Gastronomía de Bogotá. Sí, cagate de risa, pero no es joda ¡eh!. Esto es el disparador de muchas cosas más. Muchísimas. Esto deja en off side a cualquier cocinero. Es la revolución; mientras vos comías y disfrutabas con los ojos, la nariz y la boca, ahora no solo tendrás eso sino también el tremendo placer de estar al repalo.

Aunque yo no lo voy a disfrutar. Con la panza llena no puedo. Nunca pude, no es de ahora que estoy viejo. Tengo que tener hambre. Hambre de gloria, para poder funcionar. Después, sí. Cuando conseguiste la gloria, que vengan los excesos. Todos los excesos juntos. Hay algunos que fuman. Otros toman alcohol. Otros toman cocaína. Yo como. Como un cerdo, ¡eh!. Pero este postre no me sirve, porque el efecto que produce lo hubiera necesitado antes, con la panza vacía.

Comerse ese postre es como abrir el paraguas cuando ya terminó de llover. No sirve. A mí no me sirve. Y si a mí no me sirve, menos a un viejo. Porque si con treinta y pico se me complica con la panza llena, ni te cuento a un sexagenario que después de comer tiene que tomarse dos buscapinas para no morir del hígado a las pocas horas.

Y te digo, buscapina y viagra juntos, te morís. Como la sandía y el vino. Te cagás muriendo. Así que de revolucionario no tiene nada. Más lo pienso más me doy cuenta que no sirve.

Hay que volver a los orígenes. Hay que volver al flan. Si al final así somos los hombres, como el flan. Mucho huevo y mucha leche con un toque de dulzura.

El del 0.33%

2 comentarios:

Luciano dijo...

Es verdad, esto es fontanarrosiano. No es el postre, señores.

Una vez tomé buscapina, nunca más. Es como lamer una ortiga.

El del 0.33% dijo...

Grande Motonét! Sí tiene el pequeño costado fontanarrosiano.